Decir que la vida sucede sola parece una obviedad, pero
nos cuesta integrar algo tan simple y natural en nuestra experiencia cotidiana
porque entra en conflicto con la idea de que "yo" determino lo que
sucede en "mi" vida.
La creencia en la autoría personal es el motor de un
juego de premios y castigos en el que nos involucramos desde niños y que
seguimos perpetuando como adultos en nuestro desesperado intento de encontrar
la felicidad.
Cuando "yo" lo consigo, me siento orgulloso,
merezco el premio, merezco amor, aceptación y reconocimiento. Cuando
"yo" no lo consigo, o lo que es peor, cuando meto la pata y me
equivoco, entonces me siento culpable, profundamente erróneo... no merezco
nada. O me castigan o me castigo yo mismo... por mi bien, para corregirme, para
salir de la mediocridad de una identidad perdedora.
Es lo que sucede con la percepción dualista de la vida,
que todo "pro" tiene su "contra", que todo logro tiene su
fracaso, que todo placer tiene su dolor... que todo tiene un precio.
Pero la vida es gratis, sigue sucediendo sola. Quizás
todo esfuerzo y sacrificio sea el precio que pagamos para vivir una vida
"personal". Una vida diseñada a imagen y semejanza de nuestra
neurosis particular, de nuestras carencias percibidas, de la imagen
distorsionada que tenemos de nosotros mismos.
Lo que nos es dado no tiene valor para la identidad
separada por el hecho de que "todo el mundo dispone de ello"... No es
"especial".
¿Y si ese fuese el meollo del asunto? ¿Y si no estamos
luchando para "ganarnos la vida" sino para fabricar una vida
"especial"? ¿Estaríamos dispuestos a seguir pagando el precio? ¿Y si
no se esperase nada de nosotros, salvo vivir la vida que viene a nuestro
encuentro instante a instante?¿Y si ese fuese el rol "especial" que
nos corresponde en esa Unidad compartida donde todo está siendo dado y
recibido?
Reconozcámoslo, no luchamos para "ganarnos la
vida", porque la vida nos es dada. Si vivimos en lucha y con esfuerzo es
porque tenemos otro propósito. Un propósito "personal"… a
contracorriente de la vida.
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