Mientras sigas encontrando un modo de escapar de las
experiencias que te incomodan, no estarás maduro para sanar tus heridas.
Mientras logres adormecer tu dolor interno a través de
sustancias, hábitos compulsivos, relaciones superficiales, y una variada gama
de actividades orientadas a entretener tu mente, no estarás preparado para
afrontar la verdad.
Mientras aún encuentres un modo efectivo de desconectar tu
conciencia en los momentos de angustia, perdiéndote en aparentes paraísos
externos, no podrás extinguir el fuego de tu infierno interior.
Pero llegará un día en el que ya nada te sirva para seguir
escapando. En el que todo aquello en lo que depositabas tu valor, con la
esperanza de poder evadir tu vida y cambiarla por otra mejor que lograse
hacerte feliz, carecerá de sentido. Y ese día, los espejismos que perseguías
para protegerte de tus heridas, se romperán en mil pedazos, como las cáscaras
vacías que siempre fueron.
Ese día dará comienzo tu sanación.