14/9/18

EL PUNTO DE INFLEXIÓN




Mientras sigas encontrando un modo de escapar de las experiencias que te incomodan, no estarás maduro para sanar tus heridas.

Mientras logres adormecer tu dolor interno a través de sustancias, hábitos compulsivos, relaciones superficiales, y una variada gama de actividades orientadas a entretener tu mente, no estarás preparado para afrontar la verdad

Mientras aún encuentres un modo efectivo de desconectar tu conciencia en los momentos de angustia, perdiéndote en aparentes paraísos externos, no podrás extinguir el fuego de tu infierno interior.

Pero llegará un día en el que ya nada te sirva para seguir escapando. En el que todo aquello en lo que depositabas tu valor, con la esperanza de poder evadir tu vida y cambiarla por otra mejor que lograse hacerte feliz, carecerá de sentido. Y ese día, los espejismos que perseguías para protegerte de tus heridas, se romperán en mil pedazos, como las cáscaras vacías que siempre fueron.

Ese día dará comienzo tu sanación.


19/4/18

REFLEJO HORIZONTAL



¡Cuánto miedo a la relación desnuda de especialismo, asumido o proyectado!

Miedo a eliminar esa distancia de seguridad en forma de pedestal.

Miedo a que el otro me muestre, en un reflejo horizontal, lo que el reflejo oblicuo disimula: la falta de amor que siento cuando te miro con mis lentes empañadas de culpa.

Y en ese miedo… me espera el amor.

Dispuesto a limpiar con su dulzura mi mirada.
A secar con besos las lágrimas que me trago.
A sanar con caricias mis heridas.

A susurrarme al oído:

"Nunca te abandoné. Siempre estuve esperándote aquí, en el punto exacto en el que creíste que no eras digno de mí. En mitad del miedo a ser abandonado o rechazado. En mitad de esa idea alocada de que tenías que partir en busca de algo que no poseías, algo que te hiciese especial, algo que pudieras ofrecerme a cambio de lo que ya es tuyo por herencia… que te pertenece por razón de quién eres.

¡Ya lo has intentado tantas veces...!

Ahora descansa. El viaje ha terminado. Y con él, la búsqueda de ideales sostenidos en un pedestal. Deja que caigan al nivel del suelo que todo lo iguala. Deja que el cielo tome tierra. Y ahora mira de nuevo a los ojos de ese hermano, de esa hermana, que colocabas por encima o por debajo de ti. ¿Me reconoces ahora?

¡Bienvenido a casa!"