5/12/16

EL MIEDO A LA VIDA




Podemos relacionarnos con la vida desde la creencia de que la vida puede cometer errores, es decir, desde la suposición de que lo que sucede en este momento, y en cualquier momento, no es lo que debería de ocurrir. En este caso, nuestro programa mental determinará cómo debería de suceder este momento y nos empujará a luchar contra la vida para que se ajuste a nuestro criterio personal.

Pero cabe otra posibilidad. La posibilidad de que la vida jamás se equivoque y que toda tensión emocional, todo dolor y todo sufrimiento, sea solo el efecto de nuestra oposición a la vida, tal como esté sucediendo en este momento, y en cualquier momento. En este caso, la vida nos invita a rendirnos a ella, a aceptar su "presente", a soltar nuestra personal idea de cómo deberían de ser las cosas, basada en el miedo.

No hay más opciones. O la vida se equivoca, o lo equivocado es mi percepción de la vida. Si es lo primero, jamás seré feliz, pues la lucha y la resistencia jamás me conducirán a la paz. Si es lo segundo, la posibilidad de ser feliz sigue vigente, en este momento, y en cualquier momento. Pues mi percepción de la vida solo son ideas que sostengo en mi mente por miedo a vivirla. Soltar esas ideas y entregarme a sentir mi miedo es cruzar el umbral hacia la gratitud. 

La gratitud que surge de reconocer que siempre estoy siendo sostenido, precisamente, por la vida.

1/12/16

SENTIR ES SENTIR. PENSAR ES PENSAR.



Hasta que no descubras, con total claridad, que cuando crees que estás sintiendo lo único que haces es pensar acerca de lo que sientes, no podrás soltar tu miedo a sentir.

Si te preguntase por qué temes sentir, seguro que me dirías algo del estilo de
«porque sentir duele». ¿Es eso cierto? ¿Sentir duele? Reconozco que algunas emociones son muy intensas, tan intensas que parecen emerger como un volcán en erupción, movilizando tanta energía dentro de ti que parece como si un ejército de hormigas radiactivas recorrieran todo tu cuerpo mientras tu corazón bombea sangre a toda máquina. Lo reconozco porque las he sentido... pero ¿duele?

Sentir no duele. Lo que duele es el drama pensado con el que envuelves tus emociones. Duelen tus historias mentales, los cuentos que te cuentas para justificar tu sufrimiento, los culebrones que alimentas para sostener tu victimismo. Duelen las excusas que te inventas para no ser feliz, para no abrirte a amar. Duele la imagen que tienes de ti. Duele... y mucho, creer que hay algo tan indigno en ti que, al menos por ahora, no mereces sentir amor.

Deja de pensar lo que sientes y comienza a sentir lo que piensas. Solo entonces te darás cuenta de que hay pensamientos que duelen... y mucho. Siente para disipar la energía de la que esos pensamientos se nutren. No sujetes tus dramas. Déjalos sueltos mientras sientes.

Llegará un momento en el que todas las historias de sufrimiento caigan en el olvido, como globos sin aire.

Hasta entonces, no te lo pienses más... ¡Siente!