Este
texto surge como respuesta a un comentario leído en las redes sociales donde se
afirma que la no-dualidad es una parte de la dualidad y que para trascender el
paradigma de la no-dualidad hay que empoderar nuestro ego para conectar la
conciencia humana con el resto de la conciencia.
Bueno…
esta es mi reflexión al respecto:
La Unidad lo
engloba todo sin excepción. Nada queda fuera. No hay un afuera.
La no-dualidad
apunta a esa Unidad sin opuestos.
El ego es la
creencia en la separación. Y una creencia es solo eso... una creencia. La
verdad sigue intacta en la Unidad donde toda creencia es acogida sin que por
ello sea real. El ego no es real. Tal como tus sueños nocturnos no lo son por
mucho miedo o placer que hayas experimentado en ellos.
Que la
conciencia está identificada con esa creencia de separación y que experimenta
la "realidad" de ser un cuerpo es algo que no puede ser negado, de
hecho es absurdo negar que esa es tu experiencia.
A lo que apunta
la no-dualidad es al hecho de que más allá del sueño temporal de ser un cuerpo, por muy real que te resulte,
la verdad sigue siendo verdad. Cuando la conciencia acabe de leer la novela, tu historia,
que tan real parecía, regresará a la
estantería de lo ilusorio... como todos los sueños.
El empoderamiento del ego es un intento de perpetuar este viaje
experiencial de separación tratando de llenar el vacío que nos mantiene en constante
búsqueda. Un vacío que no se llena ni con dinero, ni con relaciones, ni con
conocimientos, ni con experiencias...
...Un vacío de
ti, de quien realmente eres. Es a ti a quien estás buscando en esta carrera de
obstáculos que llamas "tu vida".
El ego no puede conectarse a nada porque es la creencia en la desconexión, en la
separación, en el yo individual separado del mundo. Lo más que puede ofrecerte
como "conexión" es la unión de dos cuerpos que, por profunda que
pretenda ser, no llena el vacío existencial que te lleva a buscar más cuerpos,
más dinero, más experiencias, más conocimientos, más... más... más...
Y sí, aquí estamos.
A veces recordándonos (re-cordis: volviendo al corazón, volviendo al centro) a
veces olvidándonos (descentrándonos). Bailando este baile inocente de unirse y
separarse hasta que ya no deseemos ser separados. Hasta que reconozcamos que
nada se ha roto en esta fantasía de "especialismos".
Y entonces, sin
culpa ni miedo, envueltos en la inocencia, quizás elijamos ser el baile en
lugar de ser solamente uno de los bailarines, aislado y vacío.
Mientras tanto
el Amor, la Unidad, nos sigue acogiendo y amando, mientras disfrutamos y mientras
sufrimos... en nuestro sueño sin consecuencias.